Los contenidos de nuestra mente están cambiando constantemente. Pasamos por estados mentales positivos y negativos, por momentos de generosidad, ética,
amor, etc., y por momentos de rencor, avaricia, desconsideración y demás. La mente cambia y en ella existen infinidad de posibilidades. Entre todas, una resalta por su belleza y distinción, por su poder y relevancia,la compasión.
Es una actitud firme y enérgica que se define como la determinación de
acabar con el dolor donde quiera que se encuentre; es la actitud que anhela
acabar con el sufrimiento de los demás, una disposición que siempre nos lleva a
actuar y que nos impulsa a ser cada vez más capaz de beneficiar a los demás.
Ver a alguien sufriendo y decidir ayudar a esa persona a salir de ello es compasión.
Esta capacidad de movilizarse ante el sufrimiento de los demás es sumamente importante en el proceso de maduración personal y uno de los elementos clave del sendero a la realización espiritual. De la misma manera que para obtener una buena cosecha son imprescindibles unas semillas de buena calidad, que luego debemos regar y fertilizar para finalmente dejar que sus frutos
maduren al sol; asimismo, para obtener esta cosecha de la plenitud humana, es esencial la compasión, con la particularidad de que — a diferencia de las tres condiciones previas (las semillas, el agua y el tiempo) — la compasión es importante siempre, al inicio del camino, en el proceso y al final.
Al comenzar la práctica espiritual lo que nos impulsa a implicarnos en
ella es la compasión. Luego, conforme avanzamos en la conciencia y la compasión crece, al percibir el sufrimiento de los demás sentimos un intenso deseo ayudarles y hacer que sean felices, algo se despierta en nosotros que nos impulsa a esforzarnos por adquirir la capacidad de ayudar a los demás.

pablo de tarso afirmaba que la compasión es "reír con los que ríen y llorar con los que lloran", enlazando el valor de la compasión con la idea de compartir, este versículo enfatiza más bien la virtud de la empatía. El sentimiento de compasión se ha asociado a un sentimiento pasivo de lástima o pena ante la desgracia que nos produce el dolor de otro. Sin embargo, la solidaridad, como positiva actitud de generosidad y cuidado de los demás resulta psicológicamente incomprensible sin el motivo de la compasión.