William James
LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
ESTUDIO DE LA NATURALEZA HUMANA
Prólogo
La fecha, 1901-1902, de la que procede este muy importante y muy actualizable libro, la del Curso de William James en las Gifford Lectures, de Edimburgo, fue un punto de inflexión en la historia de la psicología y, por ende, de la psicología religiosa y de la consideración de la religión por los hombres cultos. El capítulo I lo muestra bien: ya se podía empezar a luchar contra la idea, hasta entonces enteramente dominante entre los psicólogos, de la “neurosis religiosa” y, en general, de que las religiones son mero
survival
de pasados primitivismos. Una cosa es que, de hecho, los
domines religiosi
haya sido, frecuentemente, neuróticos, y otra, incidiendo en reduccionismo, concluir que la religión “no es más que neurosis”. Como dice Xavier Zubiri en su libro póstumo
El hombre y Dios,
a lo sumo, la persona neurótica “será creyente neuróticamente”. Pero en muchos casos, ni aun eso puede concederse. Desde el punto de vista de su constitución nerviosa, William James piensa que George Fox, fundador del cuaquerismo, era un perfecto
détraqué,
en prueba de lo cual nos da una página de su Diario; y sin embargo, agrega, no puede dudarse de su profunda religiosidad. Y - continúa arguyendo - lo que nos importa de santa Teresa es su teología mística, y no las manifestaciones patológicas de su psiquismo. ¿Por qué este cambio de evaluación, este giro producido en la psicología de la época? El espiritualismo del fin-de-siglo, comenzado en la literatura, se extendió hasta la ciencia. Los personajes de Dostoievski (y, entre paréntesis, recuérdese también a Galdós y su evolución hasta la espiritualidad de
Misericordia),
intensamente neuróticos, eran, a la vez, intensamente lúcidos y, cada cual a su modo, intensamente religiosos. Por eso mismo, William James pensó que esos estados de
borderline insanity,
cuando se dan unidos a una alta calidad intelectual e intuicional, pueden proporcionar experiencias privilegiadas.
LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
ESTUDIO DE LA NATURALEZA HUMANA
Prólogo
La fecha, 1901-1902, de la que procede este muy importante y muy actualizable libro, la del Curso de William James en las Gifford Lectures, de Edimburgo, fue un punto de inflexión en la historia de la psicología y, por ende, de la psicología religiosa y de la consideración de la religión por los hombres cultos. El capítulo I lo muestra bien: ya se podía empezar a luchar contra la idea, hasta entonces enteramente dominante entre los psicólogos, de la “neurosis religiosa” y, en general, de que las religiones son mero
survival
de pasados primitivismos. Una cosa es que, de hecho, los
domines religiosi
haya sido, frecuentemente, neuróticos, y otra, incidiendo en reduccionismo, concluir que la religión “no es más que neurosis”. Como dice Xavier Zubiri en su libro póstumo
El hombre y Dios,
a lo sumo, la persona neurótica “será creyente neuróticamente”. Pero en muchos casos, ni aun eso puede concederse. Desde el punto de vista de su constitución nerviosa, William James piensa que George Fox, fundador del cuaquerismo, era un perfecto
détraqué,
en prueba de lo cual nos da una página de su Diario; y sin embargo, agrega, no puede dudarse de su profunda religiosidad. Y - continúa arguyendo - lo que nos importa de santa Teresa es su teología mística, y no las manifestaciones patológicas de su psiquismo. ¿Por qué este cambio de evaluación, este giro producido en la psicología de la época? El espiritualismo del fin-de-siglo, comenzado en la literatura, se extendió hasta la ciencia. Los personajes de Dostoievski (y, entre paréntesis, recuérdese también a Galdós y su evolución hasta la espiritualidad de
Misericordia),
intensamente neuróticos, eran, a la vez, intensamente lúcidos y, cada cual a su modo, intensamente religiosos. Por eso mismo, William James pensó que esos estados de
borderline insanity,
cuando se dan unidos a una alta calidad intelectual e intuicional, pueden proporcionar experiencias privilegiadas.
Y ya dentro del marco de los estudios psicológicos, habían aparecido ya, y son abundantemente citadas aquí, las obras de Leuba, formulador del concepto de
faith-state
y - precursor, a su modo, de Wittgenstein en su terreno - afirmador de que lo importante de Dios no es su conocimiento, sino su “uso”; el libro de Strabruck sobre la conversión, y los ensayos de Myers, donde se convierte en cuestión central el
subconscious self
o “conciencia subliminal”, lo que James, siguiéndole, tiende a denominar, ambiguamente, “automatismos”. Y a este propósito, y como verá el lector, el nombre de Freud aparece ya citado. Desde el punto de vista del estudio de la fe, no siempre se valora suficientemente lo que, como apertura de espíritu, supuso el pragmatismo con su
will to believe
o “voluntad de creer”, al transferir - total o parcialmente - a la “funcionalidad”, a la “utilidad”, al “uso” y la “acción” el valor de verdad. Es, piensa James, la gran ejemplaridad de los santos: los “frutos” de su vida, en tanto que
autores
o acrecentadores de nuestro patrimonio de bondad, su
cash-value,
la conexión orgánica de pensamiento y conducta. Mas el tema capital de William James en este libro es, a mi parecer, el de su concepto antipositivista, antimaterialista, antiobjetivista, de
experiencia.
Los elementos “egoísticos”, como él los llama, no pueden ser suprimidos porque el “mundo de nuestra experiencia” no es reductible a los objetos científicos, que son solamente
ideal pictures,
representaciones abstractas, ajenas a nosotros mismos, en tanto que el
inner state is our very experience it self.
faith-state
y - precursor, a su modo, de Wittgenstein en su terreno - afirmador de que lo importante de Dios no es su conocimiento, sino su “uso”; el libro de Strabruck sobre la conversión, y los ensayos de Myers, donde se convierte en cuestión central el
subconscious self
o “conciencia subliminal”, lo que James, siguiéndole, tiende a denominar, ambiguamente, “automatismos”. Y a este propósito, y como verá el lector, el nombre de Freud aparece ya citado. Desde el punto de vista del estudio de la fe, no siempre se valora suficientemente lo que, como apertura de espíritu, supuso el pragmatismo con su
will to believe
o “voluntad de creer”, al transferir - total o parcialmente - a la “funcionalidad”, a la “utilidad”, al “uso” y la “acción” el valor de verdad. Es, piensa James, la gran ejemplaridad de los santos: los “frutos” de su vida, en tanto que
autores
o acrecentadores de nuestro patrimonio de bondad, su
cash-value,
la conexión orgánica de pensamiento y conducta. Mas el tema capital de William James en este libro es, a mi parecer, el de su concepto antipositivista, antimaterialista, antiobjetivista, de
experiencia.
Los elementos “egoísticos”, como él los llama, no pueden ser suprimidos porque el “mundo de nuestra experiencia” no es reductible a los objetos científicos, que son solamente
ideal pictures,
representaciones abstractas, ajenas a nosotros mismos, en tanto que el
inner state is our very experience it self.
El objeto del presente libro es, puntualiza su autor, la “religión personal”Mas el tema capital de William James en este libro es, a mi parecer, el de su concepto antipositivista, antimaterialista, antiobjetivista, de
experiencia.
Los elementos “egoísticos”, como él los llama, no pueden ser suprimidos porque el “mundo de nuestra experiencia” no es reductible a los objetos científicos, que son solamente
ideal pictures,
representaciones abstractas, ajenas a nosotros mismos, en tanto que el
inner state is our very experience it self.
El objeto del presente libro es, puntualiza su autor, la “religión personal” (los
feeling, acts and experiences of individual men in their solitude)
, con exclusión de la “institucional y eclesiástica”, es decir, de su carácter comunitario, como si la religión personal no recibiera su concreción de este su sentido comunitario - o de la carencia de sentido comunitario. Y, por esto último, adelantándose al giro religioso actual de lo que sus compatriotas, sociólogos de la religión, han llamado la “religión
invisible”. La religión personal es, piensa James, experiencia, susceptible, sí, de estudio científico, pero no de “teología”. En esta línea se demanda, frente a ésta, una “ciencia de las religiones”,
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeGSDtNnX9s6GMA9pjeeQMCDIhAsqNLiDGCAP9kc_kNtnu0BzMMkkH8aLwdenal3dwRi_9eDaWpf_5eJ_vbZhcfouQPlIVbnTSM8JqxD_XbOygLHrYqe_ECi6VpF53-sybe-F3UOkWs0po/s400/DSC_0446.JPG)
experiencia.
Los elementos “egoísticos”, como él los llama, no pueden ser suprimidos porque el “mundo de nuestra experiencia” no es reductible a los objetos científicos, que son solamente
ideal pictures,
representaciones abstractas, ajenas a nosotros mismos, en tanto que el
inner state is our very experience it self.
El objeto del presente libro es, puntualiza su autor, la “religión personal” (los
feeling, acts and experiences of individual men in their solitude)
, con exclusión de la “institucional y eclesiástica”, es decir, de su carácter comunitario, como si la religión personal no recibiera su concreción de este su sentido comunitario - o de la carencia de sentido comunitario. Y, por esto último, adelantándose al giro religioso actual de lo que sus compatriotas, sociólogos de la religión, han llamado la “religión
invisible”. La religión personal es, piensa James, experiencia, susceptible, sí, de estudio científico, pero no de “teología”. En esta línea se demanda, frente a ésta, una “ciencia de las religiones”,